viernes, 25 de julio de 2008

Arte

Un buen día la alcaldía le encargó un gran caballo para una plaza de la ciudad. Un camión trajo al taller el bloque gigante de granito. El escultor empezó a trabajarlo, subido a una escalera, a golpes de martillo y cincel. Los niños lo miraban hacer.
Entonces los niños partieron, de vacaciones, rumbo a las montañas o el mar. Cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado. Y uno de los niños, con los ojos muy abiertos le preguntó:
-Pero... ¿Cómo sabías que adentro de aquella piedra había un caballo?

Eduardo Galeano

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace unos meses en clase, me contaron esta historia, y me hizo pensar.

A veces un punto de vista tan sencillo, e incluso ingenuo, es lo que necesitamos. Nos complicamos demasiado la vida dándole vueltas a todo.